¿Buscar trabajo o buscar otro modelo laboral?

Para mí, no es lo mismo buscar trabajo que reinventarse.Esta publicación habla de esa diferencia.Comparto algunas ideas, con la intención de aportar algo de claridad a quien esté atravesando un momento similar.

Luego de un fin de ciclo, lo más natural es preguntarse:

¿Busco trabajo o intento algo nuevo?

La pregunta aparece casi de inmediato, sobre todo cuando el cierre fue repentino y decidido por otro, sin tiempo para anticipar opciones ni consultar con la almohada.

Si hay una fuerte inquietud por intentar algo propio, es clave saber que ese camino implica una transformación exigente, que consume recursos —emocionales, de tiempo y, muchas veces, económicos—. Entendiendo esto, apostar a las dos opciones al mismo tiempo puede poner en riesgo el éxito de lo nuevo, justamente porque ese proceso demanda mucho.

Por lo que pude incorporar —y limitado únicamente a mi propia experiencia sobre cómo se transita una transformación profesional— entendí que no es lo mismo buscar trabajo que buscar otro modelo laboral (autoempleado, emprendedor o inversor).

Pueden parecer caminos parecidos, pero apuntan a lugares distintos. Y como todo en la vida, si el destino es diferente, el recorrido también lo es.

¿Buscar trabajo?

Suele ser un esfuerzo para emprolijar y ofrecer lo que ya somos. Se trata de mostrar mejor lo que ya hicimos, actualizar el CV, prepararnos para entrevistas y buscar el lugar donde nuestras habilidades encajen. No requiere transformarnos. Solo ajustarnos.

¿Intentar otro modelo laboral?

Implica transformarse. Cambiar no solo lo que hacemos, sino también cómo nos definimos. Es pasar de ser “lo que hacíamos” a descubrir quiénes somos más allá de eso. Y eso no sucede de un día para otro.

En términos de tiempo, para alguien con 20 o 30 años de experiencia, puede llevar meses conseguir un nuevo puesto… y algunos años más afianzarse. Pero, cuando ese puesto termine, tal vez el ciclo se repita: volver a embellecer el CV y a postular.

Transformarse profesionalmente puede llevar más tiempo al inicio, ser más incómodo e incierto, pero también puede dejarte en un lugar más propio, más estable a largo plazo y menos dependiente de decisiones ajenas.

Por supuesto, todo depende de lo que nos dice nuestro llamado interior, y también de las necesidades operativas, logísticas y financieras de nuestra situación. Cada uno es distinto. Cada proceso es único. Por eso insisto —como en otras publicaciones— que nuestra decisión profesional es personal y situacional. Sobre todo, situacional.

  • Personal: surge de nuestra historia, emociones y motivaciones.

  • Situacional: aparece en contacto con un entorno real, en interacción con personas y experiencias concretas.

En mi caso, en mi primer punto de inflexión profesional, opté por la relación de dependencia. Mi marco situacional en ese momento me tenía condicionado: había tenido una pérdida familiar muy dolorosa, mis “arcas” estaban en negativo y estaba buscando una nueva mentalidad que no sabía cómo la lograría. Demasiadas variables en la fórmula como para arriesgar en ese momento.

En el segundo punto de inflexión fui por el de emprendedor. Mis pilares de base eran mucho más robustos. Tenía muchas más herramientas practicadas. Mi llamado interior a probar algo propio se hacía escuchar a gritos (internos). Debo admitir que al principio intenté volver a emplearme enviando CV, pero lo hice solo para calmar a mi ‘yo buscador de certezas’, con una tibieza de la que difícilmente podía esperarse algún resultado tentador.

¿Cómo decidirse?

No es que recomiende una opción sobre la otra. No es tan lineal. Cada camino tiene su lógica, su momento, sus riesgos y sus recompensas.

No hay una fórmula universal, pero hay pistas que pueden ayudarte a elegir con mayor claridad.

Tu decisión no es buena ni mala: es personal y situacional.

Cuándo elegir relación de dependencia

  • Necesitas ingresos estables y tus ahorros no permiten asumir grandes riesgos. Las cuentas se pagan a fin de mes.

  • Te sentís cómodo con el modelo tradicional. No tienes una inquietud real por armar algo propio.

  • Preferís que la estructura, las reglas y los procesos vengan dados. Y eso no te molesta: al contrario, te organiza.

  • Estás en una industria que valora tu perfil y tienes ofertas o posibilidades concretas sobre la mesa.

  • Sientes que aún te falta recorrido. Quieres ganar más experiencia, tiempo o recursos antes de intentar algo por cuenta propia.

  • Tienes claro que emprender no es lo tuyo —y reconocerlo también es parte de conocerte.

En todo caso, quedarse en relación de dependencia no significa no transformarse, pero implica que la transformación ocurrirá dentro de un marco ajeno, no propio.

Pregúntate si el próximo paso dentro del modelo de dependencia te expande o te conserva.

Cuándo considerar otro modelo laboral

  • Sientes una inquietud real por hacer algo propio, aunque no tengas total claridad todavía.

  • Estás convencido de que, si pudiste generar resultados para otros, también podrías hacerlo para vos mismo.

  • No quieres volver a pasar por la misma situación: desempleo, frustración o sensación de “estar a la deriva” a cierta edad.

  • Sientes que el modelo tradicional te aleja de vos mismo. Estás cumpliendo un rol… pero ya no te llena.

  • Buscas autonomía, propósito o impacto. No necesariamente quieres hacerte millonario, pero sí dueño de tus decisiones.

  • Eres consciente de que transformar tu modelo laboral será exigente, pero también sabes que quedarte en lo mismo te va a costar más caro a futuro.

Si vas por este camino, puede resultar útil no esperar a tener la identidad nueva completamente definida. Las nuevas identidades se descubren actuando, no planeando.

  • Prueba roles antes de comprometerte. El proceso de transición profesional requiere experimentar distintos “yo posibles”.

  • Construye nuevas redes: tu círculo actual está optimizado para tu yo actual. Las oportunidades del nuevo modelo requieren otras conversaciones.

  • Acepta un “tiempo puente”. No todo cambio tiene que ser definitivo o inmediato. Puedes explorar un nuevo modelo sin abandonar del todo lo anterior.

Cierre

Al final, no se trata de elegir entre blanco o negro. Se trata de entender qué versión de uno mismo está lista para emerger.

Hay decisiones que nacen de la urgencia, y otras que piden madurar en silencio hasta encontrar el momento justo.

En mi experiencia, lo más difícil no fue cambiar de camino, sino aceptar que ya no podía seguir siendo el mismo.

No tengo una verdad para darte. Solo el deseo de que encuentres la tuya, en el momento en que estés listo para escucharla.