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Cambiar de rumbo profesional: más acción, menos plan
¿Hace falta tener todo claro para transformarse profesionalmente?Para mí, no.En este artículo comparto algunas ideas que me ayudaron a avanzar sin plan, pero con una dirección.

Cuando ya tenía claro que no quería continuar en modo corporativo, no tenía resuelta aún la siguiente etapa.
No había un gran plan detrás. Tampoco una pasión guiándome.
Tenía más bien una incomodidad que se venía gestando hace tiempo. Y una certeza: no quería seguir igual.
Eso fue lo que me empujó a moverme, sin saber muy bien hacia dónde.
Y en ese camino, descubrí que pensar más o más fuerte no era la salida.
Lo que me hacía falta era empezar a hacer algo distinto.
El cambio no se planifica. Se prueba.
Algunas de las ideas que más me sirvieron en ese momento las leí después, en Working Identity, de Herminia Ibarra.
Ese libro explora cómo las personas realmente cambian de rumbo profesional, especialmente cuando quieren dejar atrás una identidad laboral consolidada (ejecutivo, abogado, académico) y crear una nueva versión de sí mismos.
Herminia Ibarra plantea que la reinvención profesional no es un proceso racional ni lineal.
No se trata de “pensar, decidir, actuar”, sino de “actuar, probar, redefinir”.
El cambio de identidad profesional no ocurre en el escritorio.
Ocurre en el terreno, cuando uno
experimenta versiones posibles de sí mismo.
Mi experiencia fue exactamente eso. No hubo una revelación repentina, ni un salto al vacío.
Fue una serie de ensayos. Algunos más acertados que otros.
Un winebar en Buenos Aires (que luego derivó en un restaurante de comida japonesa bajo la misma marca paraguas).
Una fintech en Chile (que luego sumó operación en Colombia).
Un proyecto inmobiliario. Otro industrial.
Ninguno estaba en mi Excel original. Todos aparecieron mientras caminaba.
¿Qué probé?
Salir del loop mental. Empezar haciendo algo. Algo pequeño, pero real.
Involucrarme en un proyecto chico. Proponer una idea. Ayudar a alguien en algo nuevo.
Participar en reuniones que parecían interesantes, incluso sin tener experiencia o conocimiento claro del tema.
Hacer pruebas controladas (low-risk experiments).
El movimiento genera claridad. No al revés.
Explorar versiones posibles de uno mismo
No estaba buscando “quién era realmente”, sino más bien “quién podría ser”.
Lo que hice fue ensayar diferentes versiones mías, para ver cuál me hacía sentido.
Algunas pruebas sirvieron para confirmar intereses.
Otras simplemente me ayudaron a descartar.
Pero en todos los casos, hubo aprendizaje.
¿Qué probé?
Anotar roles o sectores que me generaban curiosidad, sin pensar si eran “realistas”.
Sumarme a proyectos chicos, incluso si no eran rentables al principio.
Observar cómo me sentía en cada contexto, más allá de los resultados.
Cambiar el entorno también ayuda a cambiar la perspectiva
Durante un tiempo seguí rodeado de personas que me identificaban con mi rol anterior.
Eso no ayudaba mucho a ensayar nuevas versiones.
Empecé a buscar espacios y personas con otras miradas.
No para pedir ayuda, sino para escuchar experiencias distintas.
Ese cambio, aunque no lo parecía, también fue parte del proceso.
¿Qué probé?
Conversar con personas que estaban en transición o que habían hecho cambios grandes.
Asistir a encuentros de otros sectores. Cambiar las cuentas que seguía. Leer temas que antes no leía.
Contar en qué andaba, incluso si aún no tenía nada definido.
Evitar cerrar demasiado rápido
Tuve la tentación de etiquetarme de nuevo apenas salí.
“Ex CEO”, “consultor”, “emprendedor”.
Cualquier cosa con tal de evitar el vacío.
Pero entendí que apurar definiciones no me ayudaba a avanzar.
Solo disfrazaba la incertidumbre.
¿Qué probé?
No presentarme por lo que había sido, ni con títulos que no sentía propios todavía.
Usar frases abiertas:
“Estoy explorando proyectos.”
“Estoy desarrollando un winebar en Buenos Aires” (aunque aún estuviera diseñando los planos).
“Estoy implementando la expansión de una fintech de medios de pago en Chile” (aunque recién estuviera escribiendo el estatuto con el abogado).
Aceptar que durante un tiempo no iba a tener una respuesta clara para todo.
Usar el pasado como puente, no como peso
No fue necesario romper con todo lo anterior.
Tampoco me resultó útil renegar de lo que había hecho.
Empecé a mirar mi experiencia como un capital que podía usar en nuevos contextos, con otra lógica.
¿Qué probé?
Revisar qué herramientas de mi etapa anterior seguían siendo útiles.
Detectar qué cosas quería conservar, más allá del cargo o la industria.
Reorganizar todo eso en una narrativa más coherente con lo que estaba construyendo.
La transformación es un proceso, no un evento
No ocurrió en un momento. Ni en una única decisión.
Fue —y sigue siendo— un proceso.
Con pruebas. Con pausas. Con dudas.
Con cosas que no funcionaron.
Y otras que sí.
¿Qué probé?
No medir el avance solo por ingresos o resultados visibles.
Registrar pequeñas señales de progreso: una conversación que me dio claridad, una idea que tomó forma, una actividad que me entusiasmó.
Sostener el proceso, aunque no tuviera “el cierre” que otros esperaban.
Sin mapa, pero con brújula
No tuve un mapa. Tuve una dirección.
Y con eso me alcanzó para moverme.
Hoy sigo probando cosas.
Algunas se consolidaron. Otras quedaron atrás.
Pero hay algo que cambió definitivamente: la forma de moverme en la incertidumbre.
📌 Algunas preguntas que me acompañaron
¿Qué partes de lo que hacía ya no me representaban?
¿Qué estaba dispuesto a probar sin garantías?
¿Con qué nuevos perfiles con mentalidades distintas quería interactuar?
¿Qué nuevo entorno necesitaba para explorar sin que me condicionaran?
¿Qué parte de mi historia podía resignificar para integrarla a lo nuevo?
Bonus track
Para quien quiera profundizar, comparto 6 conclusiones que puedo compartir después de dos transformaciones profesionales que surgieron luego de recorrer el proceso desde dentro:
#1. No es lo mismo buscar trabajo que buscar otro modelo laboral
#2. La reinvención no se resuelve con planificación. Se activa con prueba y error
#3. Después de una carrera larga, no solo debes decidir qué hacer. También quién quieres ser
#4. El mayor cambio no es profesional. Es mental
#5. La transformación profesional no es un evento. Es un proceso
#6. No siempre se empieza por pasión. A veces se empieza por compromiso