• Germán Cerrato
  • Posts
  • Creí que buscaba “qué hacer”. En realidad buscaba “quién ser”.

Creí que buscaba “qué hacer”. En realidad buscaba “quién ser”.

Mi última transformación profesional se volvió más bien en una transformación personal; y lo supe después.

Monumento al “lanzarse sin garantías”

Hace unas semanas, durante un viaje al sur, llegué a Punta Arenas.

No sé si fue la geografía, la cercanía a la Antártida o simplemente el contexto, pero la ciudad tiene ese efecto: te hace sentir que estás en el borde de algo.

En una de esas caminatas me detuve frente al mar, junto al Monumento al Piloto Luis Pardo —el oficial chileno que en 1916 rescató a los náufragos de Shackleton navegando sin cartas náuticas ni instrumentos modernos. Avanzó igual, sin garantías, porque sabía que quedarse quieto no era opción.

Y ahí entendí el porqué de mi conexión con esa imagen:

Yo también tomé decisiones importantes sin tener todas las respuestas.

No sabía exactamente qué hacer, pero sí sabía que quedarme donde estaba ya no tenía sentido.

Ese fue mi propio “lanzarme sin garantías”.

Viajar siempre me ordena.

Me da perspectiva. Me baja el ruido interno.

Y estar ahí simplemente me recordó algo que ya había comprendido en mi proceso:

Pensé durante años que buscaba qué hacer.

En realidad estaba buscando quién ser mientras avanzaba.

Roles profesionales y roles de identidad personal

Años atrás dejé casi 15 años de vida corporativa pensando que necesitaba una transición laboral.

Pero terminó siendo una travesía personal.

En Working Identity, Herminia Ibarra explica que para reinventarnos necesitamos experimentar nuevas versiones de nosotros mismos hasta que alguna encaje.

Coincidí en mucho de lo que plantea.

Pero más adelante descubrí algo más:

👉 no basta con probar nuevas historias profesionales. También hay que sostener las versiones internas que todavía están en construcción.

La transformación no empieza cuando cambias de trabajo,

sino cuando cambias la forma en que te relacionas contigo mismo.

Mis seis etapas de transformación profesional y personal

Aunque cada persona vive su proceso distinto, estas fueron mis propias etapas, tal como las transité.

1️⃣ Decidir partir — dejar una estructura que ya no representaba mi ciclo

Hubo un momento en el que entendí que mi ciclo corporativo estaba cumplido.

No tenía un plan perfecto, pero sí la certeza de que quedarme ya no tenía sentido.

Ese fue el inicio real: soltar lo conocido sin tener definido lo que vendría después.

Hoy puedo decir que fue un acto de honestidad.

2️⃣ Abrir posibilidades — probar, crear, explorar

Apenas salí, apareció una energía que no sabía que tenía.

Me involucré en varios proyectos a la vez: un proyecto gastronómico, una fintech, un proyecto inmobiliario. Y otros tantos que no prosperaron. Fue como liberar años de ideas acumuladas.

Movimiento, entusiasmo y apertura.

3️⃣ Encontrar límites — cuando la realidad ajusta los tiempos

Con el tiempo llegó el choque.

Los proyectos avanzaban, pero no al ritmo de mis necesidades personales.

La vida real pone sus condiciones: tiempos, economía, responsabilidades.

Y ahí entendí que no todo lo que uno puede hacer es sostenible.

4️⃣ Hacer silencio — la pausa que ordena

El cansancio apareció antes que la claridad.

Y me obligó a ajustar el ritmo.

Ese silencio —incómodo al principio— terminó siendo necesario.

Mirar hacia adentro, revisar expectativas, escuchar el cuerpo.

La introspección se volvió parte del proceso.

5️⃣ Reordenar el camino — claridad con desgaste

Después del silencio llegó un momento particular:

tenía más claridad que antes, pero también el desgaste acumulado.

Ahí empecé a elegir con más madurez qué sostener, qué pausar y qué dejar ir.

No era comenzar de cero; era reorganizar desde otro nivel de conciencia.

6️⃣ Alinear y avanzar — menos, pero mejor

Finalmente, una etapa más serena.

Menos ruido, más coherencia.

Proyectos más eficientes y con más sentido.

La energía dejó de dispersarse y empezó a alinearse con lo que realmente me representa hoy.

Fue el momento en que mi identidad laboral y mi identidad vital empezaron a encontrarse.

Gestionar con propósito

Hoy entiendo que este proceso no solo cambió mis proyectos.

Cambió cómo los gestiono: con libertad para probar y ajustar, con sentido, buscando aportar a otros.

Cambió cómo tomo decisiones, cómo lidero, qué priorizo, qué dejo pasar y qué elijo sostener.

Mis emprendimientos —la fintech, el negocio gastronómico, los proyectos inmobiliarios— son distintos porque yo soy distinto.

Ya no se trata solo de trabajar:

se trata de trabajar desde una identidad alineada.

Cierre

Y mientras pensaba en todo esto, apareció otro símbolo de Punta Arenas, el Monumento al Viento, que me recordó:

no se trata de controlar el entorno, sino de aprender a operar dentro de él.

Mi transformación profesional fue exactamente eso.

Momentos de impulso, de fricción y de pausa obligada.

El desafío no fue cambiar el viento, sino ajustar mi dirección y mis decisiones para seguir siendo coherente con lo que quería construir.

No cambié de carrera. Cambié la forma en que transito mi vida.

Y quizá ahí esté la diferencia entre Working y Living:

entre reinventarse… y transformarse.

Monumento al Viento. Punta Arenas