- Germán Cerrato
- Posts
- La esperanza no es un método
La esperanza no es un método
Emprender con entusiasmo es importante. Pero no alcanza.Muchas veces confundimos motivación con plan.Y ganas... con método.Hoy tengo una regla:Menos parálisis por análisis, más acción.Prueba → ajuste.Prueba → ajuste.Acción, acción, acción.

Una frase que volvió a mi cabeza hace unas semanas en una charla en un aeropuerto. ✈️
Me encontré fortuitamente con un viejo amigo laboral en Córdoba. Me comentó una idea innovadora en la que estaba trabajando —combinaba tecnología, reconocimiento facial e AI para un uso específico— y terminamos hablando de emprenderla juntos.
En medio de esa conversación, reapareció una frase que solíamos usar en nuestro antiguo trabajo:
“La esperanza no es un método.” No sé si vino de un libro, de un jefe o simplemente del clima que se vivía, pero quedó marcada.
Y me quedó dando vueltas.
Muchas veces, al emprender, nos apalancamos mucho en el entusiasmo y la esperanza. Y está bien. Es necesario.
Pero hay que tener cuidado.
Porque a veces creemos que tener entusiasmo es suficiente… y sin darnos cuenta, lo convertimos en esperanza pasiva: una confianza ciega en que las cosas van a salir… solo por nuestras ganas.
Y la esperanza, por sí sola, no construye nada.
Con mi primer emprendimiento gastronómico me pasó.
Tenía ganas, visión, motivación y, por qué no decirlo: necesidad de monetizar…
Y como venía del mundo corporativo… también tenía planillas. 📊
Planifiqué ventas por mes y por producto. Proyecté estacionalidades. Definí dónde iba cada toma eléctrica según lo que necesitaba cada ítem del local. Cada terminación de materiales. Cada detalle.
Todo sonaba bien.
Pero en el fondo, estaba esperando que las cosas salieran como las había imaginado. Y claro… no fue así.
Las ventas fueron distintas. Mejor, pero en otros tiempos. Los enchufes se usaron de otra forma. Mucho de lo que había pensado cambió en la práctica.
Y entendí algo: incluso el exceso de planificación puede esconder una forma de esperanza. Una manera de postergar la acción mientras uno busca controlar todo.
Hoy lo veo así:
El entusiasmo sirve para arrancar.
Pero después hay que probar, medir, ajustar 🔄. Con lo que hay. Aunque no esté todo listo. Aunque no esté todo claro.
Porque el emprendimiento no premia las ideas bonitas ni las proyecciones perfectas. Premia la capacidad de poner en marcha, de corregir, de adaptarse.
La esperanza puede ser el impulso inicial, pero no alcanza.
Para avanzar de verdad, hace falta método: estructura, foco, criterio y capacidad de acción. Aunque sea imperfecto, aunque se construya sobre la marcha.
Hoy, si algo me recuerdo a mí mismo, es esto: evitar la parálisis por análisis… y acción, acción, acción.
💬 ¿Te pasó algo parecido? ¿También confundiste entusiasmo con plan? ¿Qué aprendiste cuando las cosas no salieron como esperabas?