- Germán Cerrato
- Posts
- No todo depende de uno, pero algo sí: la actitud
No todo depende de uno, pero algo sí: la actitud
En este artículo comparto dos ideas que me ayudaron a darle forma a la actitud con la que enfrenté momentos de cambio.También explico cómo se conectan con dos leyes universales que aprendí de Lain García Calvo.Tal vez no cambie tu camino. Pero sí puede cambiar la forma en que lo transitas.

Muchas de mis inquietudes las resuelvo leyendo libros. Estudio, participo en charlas, escucho referentes. Cada tanto necesito repasar ideas inspiradoras, buenas prácticas o conceptos que alguna vez subrayé porque me ayudaron a pensar distinto. Es como si el proceso fuera permanente: cada cierto tiempo necesito volver a marcar en mi mente algunas ideas que la agenda cotidiana tiende a pasar a segundo plano. Por eso las releo, las repienso, hasta que quedan incorporadas en un plano más automático. Para que, incluso cuando me distraigo o la diaria se me complica, siga operando con esos nuevos parámetros.
Esta semana volvieron a mi cabeza dos ideas que cada tanto necesito recordarme: vivir en abundancia (como opuesto a la carencia) y abrazar la incertidumbre (como opuesto a la certeza). La primera me ayuda a no actuar desde una energía negativa; la segunda, a desafiar una creencia muy instalada que nos limita: esa idea de que todo tiene que estar siempre en orden, bajo control, previsible. Soy más de los que cree para la vida que aplica un concepto del mundo de las finanzas: la ganancia suele ser el retorno al riesgo.
Vivir en abundancia no significa tener determinado monto en la cuenta, sino confiar en que no te va a faltar lo esencial. Conozco personas con cifras importantes que, aun así, viven desde la escasez. Siempre vamos a estar detrás de algo —eso es parte de evolucionar—, pero una cosa es proyectar desde la confianza y otra muy distinta es moverse desde el miedo.
Abrazar la incertidumbre, en cambio, fue un concepto que incorporé en mi última transformación. Venía de mundos muy estructurados: primero el ejército (donde el próximo estudio, destino o ascenso estaba marcado con relativa claridad) y luego la corporación (donde, con buenos resultados, era probable ser promovido; el sueldo se cobraba a fin de mes; todo funcionaba con reglas relativamente estables). Cambiar de enfoque me llevó a ver la vida de otra manera.
No me refiero a vivir sin plan ni presupuesto —mucho menos con familia—, sino a aceptar que no todo puede ni necesita estar controlado. A estar abiertos a que aparecen oportunidades no previstas si uno se anima a nuevos escenarios. A confiar un poco más en el proceso… y soltar la ilusión de control (como si alguna vez lo hubiéramos tenido del todo).
Estas ideas las quiero conectar con dos leyes universales que Lain García Calvo explica en La voz de tu alma:
La ley del péndulo
La vida tiene altibajos. Pretender estar siempre en la cresta de la ola es desconocer ese ritmo natural. Lo importante no es evitar los bajones, sino desarrollar una confianza interna que nos sostenga incluso cuando el péndulo va hacia el lado incómodo. Esa actitud ayuda a transitar los ciclos sin desesperación ni euforia, manteniendo foco y dirección.
La ley de la vibración
Todo en el universo vibra. Y lo semejante atrae a lo semejante. Nuestros pensamientos, emociones y acciones emiten una frecuencia que determina, en gran parte, lo que atraemos. Por eso, en una transformación, es clave revisar desde dónde estamos vibrando:
¿Desde el miedo o desde la confianza?
¿Desde la carencia o desde la posibilidad?
Esto también aplica a nuestro entorno: algunas relaciones acompañan la nueva etapa, otras nos anclan en lo que ya fue. El proceso consiste en elegir con más conciencia: a quién sumamos, a quién sostenemos y qué vínculos conviene soltar.
Eso nos lleva a un punto práctico: revisar nuestra red de contactos. Cuando cambiamos de rumbo profesional, necesitamos renovar parte de nuestros vínculos. No se trata de romper con todo, sino de rodearnos de personas con mentalidad abundante, con energía positiva, con visión. Si seguimos rodeados de las mismas voces, probablemente sigamos pensando igual.
Incluso el “colchón de ahorros” puede darnos una falsa sensación de seguridad. Si vibramos en miedo, en carencia, es probable que lo que tememos se materialice. Por eso, más que acumular certezas, lo importante es soltar lo que ya no nos sirve, conservar lo que sí y sumar lo que nos potencia.
Abrazar la incertidumbre me resultó revelador: quien solo busca seguridad tal vez la encuentre, pero probablemente se pierda la oportunidad de transformarse.
Al final, si vibramos en abundancia, atraemos más abundancia.
Si vibramos en carencia, atraemos carencia.
Así que, si estás en un proceso de cambio: no busques certezas inmediatas.
Elegí confiar.
Elegí moverte con lo que hay.
Elegí vibrar en abundancia.
Y busca personas que ya piensen desde ahí. Porque a veces, solo estar cerca de esa frecuencia, ya te eleva.