- Germán Cerrato
- Posts
- Piloto automático profesional: estás funcionando... pero desconectado
Piloto automático profesional: estás funcionando... pero desconectado
Cómo detectar el piloto automático antes de que apague tu motivación.
Puede que todo funcione. Que la agenda esté llena, participes en infinitas reuniones, los reportes se entreguen a tiempo y hasta haya logros que se puedan medir. Desde afuera, todo está en orden. Pero a veces, sin hacer ruido, algo por dentro empieza a cambiar.
No es fácil de explicar. No es que haya una crisis. No hay un problema puntual, ni una razón concreta para sentirse diferente. Simplemente, un día, aparece una sensación sutil: como si todo siguiera igual, pero ya no se sintiera igual. Es como llegar al final del día con una sensación extraña de vacío, de agotamiento sin dirección, de estar cumpliendo pero sin saber muy bien para qué…
¿Cómo podríamos describir al estado de piloto automático?
A diferencia de otras situaciones, esto no llega con un aviso. No es un golpe, ni una caída. No hay un antes y un después claro. De hecho, puede durar años. Y lo más complejo es que puede pasarle a personas que están haciendo las cosas bien.
El piloto automático profesional no siempre se ve. Pero se siente. En lo sutil. En lo que no se dice. En lo que se posterga. En esa sensación de estar haciendo todo lo que se supone, sin saber si eso es lo que uno quiere.
Señales externas: lo que podría estar sucediendo sin darnos cuenta
Por separado no son tan evidentes porque están normalizadas. Pero cuando las vemos juntas, algo hace ruido:
Rutina diaria que se repite sin pausa ni revisión.
Reuniones que podrían haber sido un mensaje.
Presentaciones armadas sin espacio para pensar.
Reportes que se envían cada semana… y nadie lee.
Cambios que evitas para no complicar lo que ya “funciona”.
Códigos de oficina que seguís aunque ya no te representen.
Felicitaciones que respondes con una sonrisa… pero nada más.
Rolplay profesional: actúas una versión de vos mismo para encajar.
Lenguaje, postura, tono y hasta humor adaptado al entorno.
No se trata de estar mal. Ni de estar perdido. Puede que simplemente algo adentro se haya empezado a desconectar. Y que, si no lo notas, ese modo de funcionar se vuelva rutina sin justificación.
Señales internas: lo que se siente por dentro
No es fácil de identificar. A veces, ni siquiera se puede poner en palabras. Pero puede manifestarse así:
Cansancio que no se recupera con dormir.
Sensación de impotencia por creer que no puedes frenar.
Falta de entusiasmo, incluso ante cosas que antes te motivaban.
Metas alcanzadas que ya no generan alegría.
Urgencia constante, aunque no haya nada urgente.
Felicitaciones que no te generan nada.
Llegar al final del día exhausto con la sensación de no haber hecho nada o no haber avanzado.
Dificultad para frenar. Para pausar. Para estar.
Dificultad para disfrutar (y no se trata de andar feliz las 24 horas, pero tampoco de vivir desconectado).
No es algo dramático. Pero tampoco menor. Porque lo que se desconecta lentamente, también puede apagarse del todo si no se cuida.
Riesgos de quedarse demasiado tiempo en automático
Te vuelves eficiente… en algo que ya no quieres hacer
Sigues cumpliendo, entregando, rindiendo. Pero cada vez te pesa más.
Y no porque seas flojo, sino porque ya no hay sentido ahí.
Haces bien tu trabajo, pero sientes que estás en el lugar equivocado.
Te pierdes de vos
Cuando actúas en automático, dejas de registrar cómo estás, qué necesitas, qué quieres de verdad.
Vas tapando todo con ocupación. Pero por dentro, te vas desconectando.
Repites patrones que ya no te sirven
El piloto automático repite lo conocido, aunque no funcione.
Postergas decisiones. Sostienes relaciones o trabajos por inercia.
El “más adelante veo” se convierte en rutina. Y pasan los años.
Tu cuerpo empieza a avisar lo que tu mente no registra
El desgaste emocional se manifiesta en lo físico: cansancio crónico, insomnio, ansiedad, dolores sin explicación.
El cuerpo hace ruido cuando no lo escuchas a tiempo.
Confundes actividad con avance
Estás ocupado, sí. Todo el día. Pero eso no garantiza que estés yendo a donde quieres ir.
Mucho movimiento no siempre es progreso.
Vivís más para responder que para elegir
El día se te va en lo urgente.
Y lo importante (pensarte, redefinir, crear algo propio) queda para después. Siempre para después —y después también.
Estás tan ocupado respondiendo que ya no sabes qué querrías proponer.
¿Qué puedes hacer?
No necesitas renunciar mañana. Ni reinventarte por completo.
Pero sí puede ayudar detenerte un momento y observarte.
Eso es lo que entiendo por estado de conciencia.
¿Qué significa estar en estado de conciencia?
No es algo místico ni complejo.
Tampoco requiere ser un experto en meditación o desarrollo personal.
Puede que sí requiera repetición, como si fuera un ejercicio.
Más repetición, mayor desarrollo.
Estar en conciencia significa simplemente esto:
👉 Como si por un instante pudieras salir de vos mismo y observarte desde afuera.
Y desde ahí notar:
Cómo estás actuando
Qué estás sintiendo
Qué estás pensando (y si eso te ayuda o te limita)
Qué patrones repetís sin darte cuenta
Qué cosas ya no te representan
¿Y para qué sirve todo esto?
Para mí, la conciencia sirve para lo siguiente:
1. Salir del piloto automático
A veces vivimos en modo repetición.
Hacemos, reaccionamos, nos movemos… pero sin registrar el porqué.
Estar en conciencia es como apretar “pausa” y preguntarse:
¿Esto lo estoy eligiendo… o simplemente lo estoy repitiendo?
2. Observar sin juzgar
No se trata de criticarse.
Se trata de mirar con honestidad:
“¿Esto me está ayudando?”
“¿Esto me limita?”
“¿Esto que digo que quiero… realmente lo estoy buscando?”
Y hacerlo sin culpa ni excusas. Solo observando.
3. Tomar decisiones con mayor claridad
Cuando me observo, me entiendo mejor.
Y cuando me entiendo, puedo elegir con mayor criterio.
¿Desde dónde estoy decidiendo?
¿Lo hago por convicción o por costumbre?
¿Estoy eligiendo desde mi deseo o desde mi miedo?
4. Estar presente
Este punto es fundamental.
La conciencia solo ocurre en el presente.
No puedes observarte si estás atrapado en el pasado,
ni si estás anticipando constantemente el futuro.
El estado de conciencia aparece cuando estás acá,
ahora, con vos, conectado con lo que está ocurriendo.
¿Tomar conciencia puede ayudarme a cambiar?
Mucho.
Lograr un estado de conciencia es, muchas veces, el punto de partida para un cambio verdadero.
Porque no puedes cambiar lo que no ves.
Antes de la conciencia:
Funcionas sin preguntarte nada.
Repetís lo aprendido o lo esperado.
Sentís incomodidad, pero no sabes bien por qué.
Cuando aparece la conciencia:
Te detienes.
Te observas con honestidad.
Empiezas a reconocer lo que ya no encaja.
Te das cuenta de que hay otras formas posibles.
Cierre
Tomar conciencia no garantiza el cambio inmediato.
Pero abre la puerta.
Porque ver con claridad es el primer paso para recuperar la libertad de elegir.
Y muchas veces, ese pequeño instante de lucidez…
es todo lo que hace falta para empezar a salir.