- Germán Cerrato
- Posts
- Sentido vital en la transformación profesional
Sentido vital en la transformación profesional
Comparto una reflexión que sintetiza lo que viví en distintos momentos de mi carrera:una transformación profesional no empieza con una decisión... empieza con preguntas internas.

A veces me preguntan si mi recorrido fue planificado. Si cada etapa estuvo calculada.
La respuesta honesta es: sí, pero no.
Mi trayectoria profesional —militar, corporativa, emprendedora, mentor— no fue una línea recta. En cada etapa hubo un plan de corto o mediano plazo. Pero, de fondo, siempre hubo algo más: una visualización futura guiada por un sentir interno. Difícil de explicar con palabras y difícil de ignorar. Una especie de llamado.
No era solo una necesidad práctica —no se trataba de cambiar de trabajo, ganar más dinero o buscar más reconocimiento—. Eso, en todo caso, se parece más a una transición laboral.
En cambio, lo que me movilizaba era otra cosa.
Una inquietud que nacía desde lo interno y que, con el tiempo, aprendí a reconocer.
Una fuerza que marcaba dirección, aunque no siempre ofreciera certezas.
Eso que hoy identifico como sentido vital.
¿Qué diferencia hay entre transición laboral y transformación profesional?
Siempre encuentro oportuno aclarar esta distinción. Lo desarrollé en otro artículo, pero vale retomarlo brevemente aquí.
Una transición laboral es, en esencia, un cambio externo: cambiar de empresa, de industria, de país, de rol. Tiene impacto, sí. Pero no necesariamente modifica tu forma de ver el mundo.
Una transformación profesional, en cambio, tiene raíz interna. No siempre se nota desde afuera, pero lo cambia todo desde adentro.
Implica revisar creencias, soltar identidades, cuestionar definiciones de éxito y reescribir el mapa de lo que uno creía posible.
En mi caso, cada transformación profunda se activó desde ese llamado interno: el sentido vital.
Ejes de una mirada integral
Uno puede tener un buen cargo, un buen sueldo, una buena reputación… y aún así sentir que algo no cierra. No es que uno no valore lo logrado. Es que puede no ser suficiente.
Cada persona lo vive distinto.
Y ese llamado puede llegar en momentos y formas variadas.
Incluso hay quienes prefieren ignorarlo por “conveniencia”… para no esforzarse en hacer lo que en el fondo saben que deben hacer.
En mi caso, cada transformación comenzó con esa sensación que nace en el pecho y que cuesta racionalizar. Porque la inteligencia de la mente es distinta a la del corazón.
Uno puede intentar conducir su vida solo con la cabeza, pero si el corazón no está de acuerdo, el cuerpo se encarga de hablar. A veces se presenta como una presión en el pecho, una respiración que no se expande, un insomnio silencioso, una ansiedad que no se va.
Para mi, el sentido vital no es un objetivo. Es un termómetro interno.
Y cuando marca que algo no está bien, conviene prestarle atención.
Pero no alcanza con sentir
En mi caso, reconocer que algo no encaja fue apenas el comienzo.
Transformar requiere más.
A lo largo del camino, con más experiencia y madurez, identifiqué cuatro ejes que atravesaron mis transformaciones.
1. Mentalidad
Antes de actualizar el currículum o explorar nuevas opciones, me resultó necesario revisar cómo estaba pensando.
Mucho de lo que impide avanzar no tiene que ver con lo que pasa afuera, sino con lo que seguimos sosteniendo adentro: creencias heredadas, mandatos familiares, miedos aprendidos, paradigmas que en su momento fueron útiles, pero que hoy nos limitan.
Revisar la mentalidad implica:
Cuestionar ideas que quedaron obsoletas.
Escuchar al cuerpo como aliado.
Soltar el control mental como único mecanismo de avance.
Cambiar la mentalidad no es disfrazar lo viejo de nuevo.
Es soltar lo que ya no sostiene, incluso si aún sin saber qué vendrá en su lugar.
📌 Preguntas para este eje:
¿Qué me digo sobre mi mismo?
¿Qué conversaciones internas necesito dejar de repetir?
¿Dónde estoy sosteniendo por miedo, no por deseo?
2. Transformación
Para mi, transformarse no es tener todo claro y después moverse (sino sería una transición laboral). Es un proceso, no simplemente una decisión.
No se trata solamente de sentarte a pensar qué quieres hacer por el resto de mi vida.
Sino de animarse a probar otras formas de trabajar, de liderar, de estar en el mundo profesional.
Cambiar no es solo dejar un rol y asumir otro (= transición laboral). Es ir soltando una identidad e ir probando otra, por eso digo que es un proceso.
Transformarse es ensuciarse un poco las manos con lo nuevo, sin garantías.
Es vivir un rato en el “no sé”, pero no quedarse quieto y confiar en que, a medida que se avanza, se va aclarando el camino.
📌 Preguntas para este eje:
¿Qué me gustaría explorar aunque no tenga claro para qué?
¿Qué pequeña acción me aleja del rol que ya no quiero?
¿Estoy esperando certezas para moverme?
3. Emprendimiento (como actitud)
Emprender no siempre implica fundar una empresa. Muchas veces significa asumir el liderazgo de tu propio camino, incluso dentro de una estructura ajena. Tiene un poco de amigarse con la incertidumbre.
Es dejar de operar en piloto automático. Es volver a elegir.
Es actuar alineado con lo que uno quiere construir, más allá del contexto.
Este eje se expresa en:
Tomar decisiones con responsabilidad.
Probar, ajustar, aprender.
Liderar desde donde estás, sin necesidad de título o cargo.
Actuar con autonomía, sin garantías.
No todos están llamados a emprender un negocio.
Pero todos pueden emprender su propio proceso.
📌 Preguntas para este eje:
¿Qué parte de mi carrera siento que ya no depende de mí… y podría depender?
¿Qué proyecto pequeño podría liderar para probarme en otro rol -incluso en la empresa donde estoy-?
¿Dónde estoy esperando permiso para hacer lo que ya podría estar haciendo?
4. Sentido vital (otra vez)
La pregunta deja de ser: ¿Qué quiero hacer?
Y se transforma en: ¿Qué vale la pena ahora? ¿Cómo quiero usar mi tiempo, mi energía, mi atención?
Este eje es el más íntimo. Y también el más potente. Suele ser el que termina de ordenar a todos los demás.
Porque sin sentido, cualquier transformación se vuelve errática.
En este eje se trabaja:
El trabajo como parte —no centro— de la vida.
La revisión de prioridades con conciencia del tiempo que pasó… y del que queda.
La integración entre lo vital y lo profesional.
El propósito como dirección, no como definición impuesta.
📌 Preguntas para este eje:
¿Qué quiero que esté presente sí o sí en mi próximo año profesional?
¿Qué cosas me dan energía y cuáles me la quitan?
¿Dónde estoy siendo coherente con lo que valoro… y dónde no?
Una brújula, no un mapa
Esto que comparto puede servir como una brújula ya que no creo haya recetas o fórmulas mágicas. Cada uno es distinto y sus problemas son exclusivamente particulares y coyunturales.
Solo para compartir que, cuando lo que haces por fuera ya no se alinea con lo que sientes por dentro, vale la pena detenerse.
Porque quizás no estás frente a una simple transición laboral…
sino ante el inicio de una verdadera transformación profesional.