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Un emprendimiento o varios a la vez (Parte I): mi experiencia luego de la corporación

Cuando dejé el mundo corporativo, muchos me aconsejaron enfocarme en un solo proyecto. Pero elegí otro camino: diversificar, probar y aprender en el proceso. 😊💡En este artículo comparto brevemente cómo estructuré múltiples emprendimientos en distintos países, los desafíos que enfrenté y lo que descubrí sobre la mentalidad que se necesita para evolucionar.📌 ¿Vale más enfocarse en un solo proyecto o diversificar?📌 ¿Cómo manejar la incertidumbre y la acumulación de 'no' en el camino?Te invito a leerlo y compartir tu perspectiva. ¿Qué te ha funcionado mejor en tu experiencia?

Cuando dejé el mundo corporativo, la mayoría de los consejos que recibía eran los mismos: enfócate en un solo proyecto y persiste. Idealmente, en algo alineado con mi experiencia previa. La lógica era clara: minimizar riesgos y aprovechar el conocimiento adquirido. Sin embargo, elegí un camino distinto.

Opté por desarrollar varios proyectos en simultáneo porque, en ese momento, no sabía cuál funcionaría ni en qué plazo. Tenía que resolver la salida de caja a corto plazo, pero al mismo tiempo, me entusiasmaba la idea de construir algo escalable, sin saber cuándo se daría realmente. Hoy tengo claro que tenía que empezar con las ideas que estaban a mi alcance.

Desde el inicio, me encontré en una situación completamente diferente a la de un ejecutivo de corporación. Estaba a cargo de todas las tareas: operativas, estratégicas, financieras y hasta administrativas. Al principio, no sabía si eso estaba bien, pero con el tiempo entendí que era parte del proceso de emprender.

Así, abordé distintos proyectos en los países donde ya tenía experiencia y redes de contacto:

· Una Fintech en Chile y Colombia.

· Desarrollo inmobiliario comercial en Chile.

· Un negocio gastronómico en Argentina.

· Un proyecto de bombas y compresores industriales en Chile.

Con el tiempo, me di cuenta de que, sin planearlo de manera tan estructurada, había creado un portafolio de proyectos con horizontes de corto, mediano y largo plazo en términos de retorno financiero y de inversión de tiempo. Además, al diversificar en distintos países donde ya conocía el mercado, pude aprovechar oportunidades específicas de cada economía y mitigar riesgos.

Si lo pienso bien, la diversificación no solo fue en términos de tiempo y dinero, sino también geográfica. Si en mi rol como CEO corporativo podía gestionar múltiples proyectos en distintos países, ¿por qué no podría hacerlo por mi cuenta? Finalmente, el ejercicio es el mismo: método, disciplina, planificación, criterio para armar equipos y establecer prioridades. Incluso, hasta los viajes en avión y las ausencias en casa mantienen una lógica similar a la que ya conocía.

Algunos proyectos requerían una inversión económica directa, mientras que en otros, la principal apuesta era mi tiempo y experiencia. Sin duda el apoyo de socios claves hacen posible esta estructuración de proyectos.

Si miro en retrospectiva, y reiterando lo ya mencionado,  algunas de las cualidades que me ayudaron a navegar este proceso fueron: experiencia, disciplina, visión, constancia, coraje y perseverancia.

Pero, sin duda, lo más desafiante fue desarrollar una nueva mentalidad. Como ejecutivo, la mentalidad estaba enfocada en buscar certeza y evitar errores (porque, en el mundo corporativo, cometer errores puede costarte el puesto). Como emprendedor, entendí que el crecimiento viene de abrazar la incertidumbre: la única manera de mejorar un producto o servicio es cometer errores y corregirlos rápidamente.

Otra transición importante fue la financiera. Pasé de estructurar mis gastos en función de un ingreso mensual fijo a tener que organizar mis finanzas anualmente, ajustándolas a los ingresos potenciales del año. Esa transición no es menor y requiere una adaptación tanto técnica como mental.

En el proceso, también tuve que aprender a gestionar algo que en el mundo corporativo se vive menos: la acumulación de muchos "no" como respuesta. Al principio, era desconcertante y frustrante, pero con el tiempo entendí que recibir un "no" era mejor que no recibir respuesta alguna. Al menos, sabía que por ese lado no era el camino o que no era la persona correcta. Aprender a no tomarlo como algo personal fue clave, porque me permitió ver cada negativa como un filtro que ayudaba a descartar opciones y ajustar la estrategia.

Con el tiempo, me di cuenta de que la cantidad de "no" acumulados era casi un indicador de movimiento. Si no llegaban respuestas negativas, probablemente significaba que no estaba intentando lo suficiente. En algunas charlas con profesionales que estaban en procesos similares de reinvención, noté que muchos compartían la misma incertidumbre. A algunos les preguntaba: "Desde que saliste de la corporación, ¿cuántos 'no' acumulaste?". Sus respuestas variaban, pero algunos decían "ninguno". Ahí entendí algo clave: si no tienes ningún 'no', es probable que tampoco hayas avanzado mucho. Cada negativa es una oportunidad de aprendizaje, una forma de descartar opciones y de enfocar mejor los esfuerzos.

Hoy, veo el camino recorrido y entiendo que no hay una sola forma de emprender. Para algunos, la mejor estrategia es apostar todo a un solo proyecto; para otros, diversificar en distintas iniciativas les permite manejar mejor los riesgos y aprovechar oportunidades en diferentes tiempos y geografías.

No hay verdades absolutas en este proceso. Cada uno encuentra su propio camino, y lo único claro es que se construye mientras avanzamos.