- Germán Cerrato
- Posts
- No todo depende de uno, pero algo sí: la actitud (Parte II)
No todo depende de uno, pero algo sí: la actitud (Parte II)
¿Qué hacemos con lo que ya tenemos? En esta segunda parte, vuelvo sobre la actitud como punto de partida para movernos profesionalmente, incluso en contextos inciertos.

En una publicación de semanas atrás (Parte I), escribí sobre dos ideas que, cada tanto, me gusta repasar: vivir en abundancia (como opuesto a la carencia) y abrazar la incertidumbre (como opuesto a la certeza). Hablaba de cómo, incluso en entornos inestables o desordenados, hay algo que sí depende de nosotros: la actitud con la que elegimos movernos. No siempre tenemos control sobre el contexto. Pero sí podemos decidir desde qué lugar lo enfrentamos.
En esta nueva publicación quiero volver sobre la actitud, pero desde otra perspectiva:
¿Qué hacemos con lo que ya tenemos?
Porque vivir en abundancia no es sólo acumular recursos, sino reconocer lo que hay disponible hoy: capacidades, logros, experiencia, vínculos, tiempo, claridad, familia, salud, red, etc. Y cuando uno toma decisiones profesionales desde ahí —desde lo que está, no desde lo que falta—, la dinámica cambia.
Mirar el contexto sin resignarse a él
Estamos rodeados de señales que invitan a la queja: noticias, redes, conversaciones cargadas de pesimismo.
Y ojo: hay motivos.
Pero si uno compra esa mirada como única, termina convencido de que poco vale la pena, que todo está trabado, que no hay margen para construir.
Y eso, en lo profesional, a mi me resulta paralizante.
Entender que no todo depende de uno, pero algo sí: la forma en que uno se posiciona. No es ingenuidad. Es estrategia.
No para negar lo que pasa, sino para no quedar a merced del entorno.
De la queja a la acción (incluso sin certezas)
Hubo momentos en los que también me vi en modo queja. A veces con razón. Pero entendí que, mientras más tiempo pasaba en ese lugar, menos margen de acción sentía.
Hasta que empecé a hacerme otra pregunta:
¿Qué sí tengo para poner en juego? ¿A quién puedo ayudar, desde lo que ya sé o hice?
Esto no es altruismo corporativo. Es otra manera de mirar el desarrollo profesional:
Poner en circulación la propia experiencia.
Hacer visible nuestro aporte.
Crear conexiones que generen nuevas posibilidades.
Y cuando eso pasa, el día a día deja de ser solo resolver lo urgente. Aporta pequeñas dosis de sentido. Y ese sentido es un motor.
Agradecer no es pasividad. Es reconocer lo valioso y activarlo.
Recurrentemente practico el agradecimiento: por lo logrado, por lo que vivo, por lo que tengo alrededor, por quienes me acompañan, por lo que finalmente sale después de insistir, por las pequeñas victorias. A veces incluso agradezco los días lindos, porque me dan energía para encarar mejor lo que tengo por delante.
Hay gente muy preparada, con gran trayectoria, que no logra salir del lugar en el que está porque sigue mirando lo que no tiene.
Mientras tanto, otros, con menos recursos, logran avanzar porque trabajan sobre lo que sí hay.
Agradecer no es romantizar la escasez. Es hacer foco en lo disponible y usarlo bien.
Si tienes ideas, muévelas.
Si tienes red, actívala.
Si tienes claridad, úsala como criterio para priorizar.
Todo lo que no se pone en juego, se enfría.
Y cuando uno se mueve desde ese lugar, pasa algo interesante: otros también empiezan a verlo.
No hace falta que el entorno cambie para que cambie nuestra manera de participar
Quizás la industria en la que estamos no mejore pronto.
Quizás los indicadores macro no acompañen.
Pero si encontramos una razón propia para seguir involucrado, para seguir sumando, para seguir aprendiendo, eso ya ordena bastante.
Esa razón propia es lo que en mi modelo de transformación profesional llamo sentido vital:
No tiene que ser una causa elevada, ni un propósito perfecto. Basta con una dirección con la que te sientas coherente. Una motivación que sostenga lo que hacemos, incluso en contextos poco favorables.
Sumar como decisión estratégica
En entornos exigentes, a veces el mejor diferencial no está en el currículum ni en los títulos.
Está en la forma en que uno se mueve:
¿Construyo o solo reacciono?
¿Propongo o me limito a cumplir?
¿Hago algo con lo que hay o sólo me quejo?
Elegir sumar, incluso cuando las condiciones no son ideales, no es resignación.
Es una manera inteligente de no quedarse afuera.
Me fue bien cuando:
Elegí no resignarme
Elegí ser alguien que, aun con dudas, igual se involucra.
Elegí aportar a otros.
Porque muchas veces, lo que activa un nuevo ciclo profesional no es un cambio de industria, ni de puesto, ni de país.
Es un cambio de actitud.
Y, para mi, eso sí depende de uno.